Agricultura y COVID

La crisis sanitaria motivada por el COVID-19 ha sacado a relucir las fortalezas y debilidades de nuestra sociedad. El Coronavirus ha resultado ser el mayor azote a nuestro sistema/Estado de bienestar que se recuerda y ha puesto de manifiesto los aspectos básicos de la vida, el valor de lo cotidiano, la fragilidad de la economía y el silencio o acción de las personas e instituciones.

Que el gremio agrícola y ganadero ha demostrado su vital importancia como sector esencial, estratégico y primario en momentos agudos de crisis, es evidente. Pero no solo eso. Al hecho de seguir disponiendo de frutas, hortalizas, carne … frescos y de calidad sin ningún tipo de desabastecimiento en los mercados durante esta pandemia, hay que añadir el carácter comprometido y heroico de nuestros agricultores, que no solo intensificaron sus jornadas laborales, asumiendo el riesgo sanitario que corrían, sino que también prestaron sus servicios y maquinaria para desinfectar las calles de pueblos y ciudades de forma totalmente altruista.

COVID 19

De nuevo, durante esta crisis hemos visto como los precios de las legumbres y hortalizas (+10,4% entre marzo y abril) se han incrementado en el súper, según el INE, pero no en el campo. Y es que, a excepción de los cítricos, las campañas de hortalizas o fruta de hueso fueron ruinosas. En la Vega Baja cientos de campos de patatas y cebollas se tuvieron que labrar porque el producto no tenía precio, mientras, en los lineales de los supermercados encontrábamos patatas de Egipto y Marruecos. Las alcachofas terminaron vendiéndose también por debajo de los costes. Las habas se dejaron perder en los bancales con el cierre de los mercadillos. Otros cultivos como el vino y el aceite se vieron sumidos en una crisis estructural sin precedentes… Todo esto por no hablar a los ganaderos, que sufrieron pérdidas incalculables, ya que los animales siguieron produciendo al mismo ritmo.

Asimismo, hemos cumplido con nuestros compromisos internacionales de abastecimiento y hemos seguido exportando alimentos al mismo ritmo que antes de la “Era Covid”, demostrando una vez más que somos “La Huerta de Europa”, y que nuestras frutas, verduras y hortalizas son bienes muy apreciados por el público europeo.

Lo que hoy estamos viviendo nos debe servir para reflexionar sobre el orden correcto de las cosas una vez que esto pase, para escribir sobre un folio en blanco qué sectores, servicios o productos son imprescindibles para el ser humano en situaciones límite y empezar a trabajar en reforzarlos por si nos viene otra situación de estas dimensiones. Por qué si algo está quedando sobradamente demostrado, es que los dos pilares básicos para que un país se siga manteniendo en pie son dos: la salud y la alimentación. Sin eso, nada funciona y ha tenido que cambiar el mundo para que se den cuenta y se demuestre de que el sector agroganadero es esencial, insustituible.

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