La Uva de Mesa Embolsada del Vinalopó Denominación de Origen Protegida asistió hace pocos días, como se viene haciendo año tras año, al acto del ‘corte del primer racimo’, donde los ‘políticos de turno en el cargo’ acuden con su comitiva de asesores y directores generales a la escenificación en pleno campo con el objetivo de promocionar y visibilizar el cultivo. Una acción que, desgraciadamente, desde hace algunos años se ha convertido en el único esfuerzo que nuestros representantes dedican a nuestra uva.

El croquis es el siguiente: vienen, cortan el racimo, se hacen la foto con los medios de comunicación, sueltan un bonito discurso con todas las promesas que los necesitados agricultores queremos escuchar, aplauso de los asistentes, meten su discurso y nuestros problemas en una carpeta que no abrirán hasta el corte del año que viene, y se marchan corriendo a la siguiente tarea del día. Esto, hace algunos años podía ser hasta aceptable, pues había presupuesto para proyectar una ambiciosa campaña de publicidad y promoción del consumo de la uva de mesa embolsada por todo el ámbito nacional. Pero ahora, dada la coyuntura, sin recursos, sin apenas promoción, y con una gravísima y estructural crisis de precios, a mi juicio, sobran las sonrisas, y esta forma de proceder resulta un tanto ofensiva.

En los tiempos que corren y con la que nos está cayendo a los productores de alimentos, resulta humillante que nuestros políticos, este año fue el turno de la consellera de Agricultura, Mireia Mollà, se permitan un discurso sacado de un manual de mentiras con el que este Gobierno lo salva todo. Y es que, como productor de uva de mesa desde casi tengo uso de razón, no puedo aceptar ni una disertación más de este tipo y que, encima, se vayan con la ovación por la puerta. No. No está bien. Las palabras, si van acompañadas con hechos y medidas concretas, maravilloso, pero las palabras sin hechos no solo restan, sino que, además, nos dejan la sensación de que nos toman por tontos.

La uva embolsada del Vinalopó, un cultivo social con Denominación de Origen Protegida que poco a poco va desapareciendo. De hecho, cada año asistimos a nuevos e imparables arranques de viñas porque hemos llegado al punto en que cuesta más recoger la cosecha que lo que nos van a pagar por ella… El pasado día 25 de febrero de este año fuimos capaces de convocar a más de 400 tractores y 2000 personas y cortamos la autovía A-31 a la altura de Monforte del Cid para denunciar nuestro hartazgo y reclamar soluciones. A día de hoy, seguimos sin obtener respuestas…

Hace unos años teníamos tres problemas, ahora, tenemos treinta. Antes, nuestro enemigo era la naturaleza (el clima). Ahora, nuestro peor enemigo está en la oficina. Veinte años solucionando el problema del agua, nadie lo encuentra. Diez años solucionando el problema del IRPF, nadie sabe solucionarlo. Cinco años solucionando el problema de los seguros agrarios, y cada vez el problema es más grave. Llevo casi 20 años asistiendo a actos institucionales, escuchando lo mismo por parte de los políticos: “defendemos para la uva de mesa agua de calidad y a un precio accesible, MENTIRA; Hay que ajustar el IRPF a la realidad del cultivo, MENTIRA…

Me he hecho mayor y ya me he cansado de escuchar siempre lo mismo y todo quede en mentiras. La realidad es que cada vez nos ponen más zancadillas. Ellos son los responsables directos de que ya casi no nos podamos levantar y de los arranques, abandonos de cultivo y más paro.

Todos alaban muestras uvas, pero nadie piensa en la supervivencia de muestras familias y nuestra comarca. Si les tengo que reconocer que, aunque no tienen el compromiso, si tienen el don de la palabra. Dentro de algunos días o semanas veremos una réplica del acto de Novelda con el corte del primer racimo de la uva de vino, el de la granada o el de la alcachofa, donde les dirán a los agricultores del vino, del campo de Elche o Albatera y de la Vega Baja, todo aquello que quieren oír pero que no tienen intención ni voluntad alguna de abordar. Volverán a deleitarnos con su don de palabra, volveremos a aplaudirles, pero, al final, todo quedará en mentiras, papel mojado, política vacía e inacción.

Cumplo años y estoy cansado, pero no por tener que trabajar, cansado de escuchar falsos discursos y falsas promesas, que en vez de solucionar problemas los agravan. No queremos dinero, sólo queremos que nos dejen trabajar sin ponernos zancadillas por el camino y recibir un precio justo por nuestro trabajo y nuestros productos. Si los que nos gobiernan no se dejan la piel por conseguir eso, ¿para que los queremos? Hagan las maletas y dedíquense al cine o al teatro, donde escenificar y mentir bien se premia y alaba y, además, no afecta a la vida, a las esperanzas y al futuro de personas y familias.

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