Soy agricultor y cultivo todo tipo de cítricos, desde clementinas y naranjas a limones y pomelos, y tengo además almendros, olivos y todo tipo de frutales para autoconsumo. Todo en la modalidad de agricultura ecológica. Además, tengo colmenas, pequeños asentamientos en todas las parcelas. Las abejas zumban de árbol en árbol en toda la producción sin que esta simbiosis no sólo no ocasione problema alguno, sino que une y complementa ambas actividades. Es verdad que hay variedades de cítricos que provocan polinización cruzada, pero también es verdad que nunca se ha esforzado la Conselleria en aportar soluciones equilibradas y sostenibles.

Les cuento todo esto y en primera persona porque hace décadas que vivimos un conflicto entre citricultores y apicultores. A principios de los años 70, al mismo tiempo que comenzaron a introducirse en las huertas citrícolas valencianas variedades híbridas de mandarinas, empezó a observarse que la polinización de las abejas causaba la aparición de huesos o piñones en las clementinas y otros cítricos. A partir de este momento, se optó por buscar la solución más fácil: señalar a la apicultura, el operador más débil, como responsable. Poco a poco se fue consolidando el relato de convertir a a estos insectos, amigos y aliados de los agricultores desde hace más de 10.000 años, en el enemigo número uno de los cítricos valencianos.

Cada año por estas fechas, coincidiendo con la floración de estos frutales, la Conselleria de Agricultura firma el llamado Decreto de la Pinyolà: la apicultura se prohíbe en fincas de cítricos e incluso en parcelas anejas para evitar la aparición de estas molestas y poco comerciales pepitas en los frutos. En un primer momento, el acuerdo de la pinyolà contemplaba indemnizaciones para aquellos apicultores que se veían impedidos en el desarrollo normal de su actividad. Era justo: la Administración establece una prohibición o servidumbre temporal que limita una actividad económica y arbitra una medida de indemnizaciones para los afectados. Desde la crisis económica, la prohibición persiste, pero la indemnización ha desaparecido.

Hace años incluso se fumigaban las fincas de mandarinas con insecticidas altamente tóxicos para evitar que las abejas polinizaran en la época de floración. Se intentaba solucionar el problema de los piñones matando a estos insectos, cuando en realidad eran, y siguen siendo, esas mismas mandarinas híbridas que se trataba de proteger las causantes de la aparición de piñones en las variedadades locales de cítricos.

El problema de la producción de cítricos en la Comunidad Valenciana no es ni la abeja ni la pinyolà, sino la falta de rentabilidad del modelo citrícola. Y es aquí donde tenemos que poner el foco. Reestructuración, reconversión varietal, ordenación de la oferta a las necesidades del mercado, modernización de estructuras, rentabilidad, precios y cadena alimentaria, el problema del agua, el comercio exterior, los acuerdos comerciales de la UE con terceros países y la falta de reciprocidad en las reglas comerciales, problemas de sanidad vegetal y el control de plagas en fronteras por parte de la UE. Estos, y no otros, son los problemas capitales que tenemos los productores de cítricos.

Determinados exportadores de estos productos que son referencia en la Comunidad Valenciana y España han entendido que no hay conflicto con la apicultura y, animados por sus clientes del norte de Europa, se han posicionado a favor de la actividad y hasta solicitan para sus cítricos la certificación voluntaria de calidad denominada Bee Friendly. Por ello, es hoy más necesario que nunca explorar otras acciones como la disminución progresiva de plantaciones de cítricos con variedades susceptibles de polinización cruzada o arbitrar subvenciones específicas para implantar un sistema de enmallado con el objetivo de producir calidad sin semillas.

En este conflicto de la pinyolà hay dos víctimas, los apicultores y los productores de clementinas, y un solo culpable, las mandarinas híbridas. Debe ser la Administración la que arbitre medidas para compatibilizar la imprescindible citricultura sin semilla y la producción de miel Azahar. Es la Conselleria quien debe garantizar no sólo la producción de cítricos y de productos apícolas, sino también el derecho a la polinización de otros frutales y la biodiversidad de nuestros ecosistemas. No es sostenible empeñarse en mantener la condena al exilio a las abejas en la Comunidad Valenciana y por eso pedimos a la consellera Mollà valentía para terminar de una vez por todas con el Decreto de la Pinyolà.

En ASAJA Alicante nos hemos opuesto siempre a esta medida, pues divide al campo y condena a una actividad tradicional y digna de todo respeto como es la apicultura. Es el momento de arbitrar cambios y tomar las medidas orientadas a que ambas actividades puedan convivir. Es necesario constatar lo imprescindible de la acción polinizadora de las abejas, que es garante de vida, de biodiversidad y de futuro para otros sectores productivos de frutas. La pinyolà es una condena a la misma naturaleza.

José Vicente Andreu Marcos

Pte. ASAJA Alicante

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